Marino Massimo de Caro, el mayor falsificador de libros
Los más grandes expertos se tragaron, íntegras, sus mentiras y validaron sus cuidados ejemplares falsos de un tratado de Galileo Galilei sobre la Luna. Marino Massimo De Caro —que llegó a ser asesor del ministro de Cultura en Italia— pasó ocho años en prisión por sus delitos. Ya libre, la policía y la justicia no le pierden ojo: también podría estar detrás del ejemplar del Sidereus Nuncius desaparecido de la Biblioteca Nacional de España. Esta es su increíble historia.
Por la noche bajaba a la sala central. Abría a sus compinches y llenaban cajas que cargaban en una furgoneta. La alarma estaba desconectada. Así lo había ordenado el jefe de los ladrones, el propio director de la biblioteca, la más antigua de Nápoles.
Entre 2011 y 2012 Marino Massimo de Caro se llevó de la Biblioteca dei Girolamini (en Nápoles) cientos de libros de siglos de antigüedad, joyas como tratados astronómicos de Nicolás Copérnico y de Johannes Kepler, o escritos del sabio Atanasio Kircher.
El escándalo del saqueo de la Biblioteca dei Girolamini —custodia de más de 160.000 libros antiguos, entre ellos de casi un centenar de incunables (impresos entre 1553, año de la invención de la imprenta, y 1500)— saltó a los titulares acompañado, además, de otra bofetada al mundo del libro antiguo: poco después de que detuvieran a De Caro en octubre de 2012 se descubrió que su grandioso hallazgo de un ejemplar único de un libro de Galileo Galilei en 2005 era otra descomunal mentira.
El timador. Marino Massimo De Caro fue director de la Biblioteca dei Girolamini, en Nápoles, gracias a su agenda política. Convenció al mundo de que había hallado un ejemplar único de El mensajero de las estrellas con acuarelas de la Luna pintadas por Galileo (como la de la anterior de este reportaje). Las había dibujado un compinche argentino.
Qué hábil fue De Caro. Colar una falsificación en el reducido y exclusivo mundo del libro antiguo no es fácil. «Esto es un círculo cerrado, todos nos conocemos. Por eso nos extrañó la llegada de De Caro (un desconocido) a la Biblioteca dei Girolamini. Luego se convirtió en una persona respetada en el mercado. Su caso es de película, nos dejó a todos atónitos y ha tenido consecuencias: desde entonces hay recelos en el mercado de libros italianos», explicaba entonces Alicia Bardón, de la legendaria librería anticuaria Bardón de Madrid.
Así, a finales de 2013, salió a la luz que Marino Massimo De Caro también había falsificado un ejemplar del Sidereus nuncius ('Mensajero de las estrellas'), el tratado en el que Galileo Galilei desvelaba, en 1610, que la superficie de la Luna no era llana, sino que estaba cubierta de cráteres. Galileo lo descubrió utilizando un telescopio de su invención y lo contó en este libro, del que se imprimieron 550 ejemplares. Se conservan unos 150, ninguno de ellos es como el que 'descubrió' De Caro. Su libro contenía velados dibujos a acuarela, vistas de la Luna trazadas con delicadeza...
Podría ser el ejemplar del propio Galileo anotado e ilustrado por él. Así lo creyeron reputados expertos que cayeron en su trampa.
Richard Lan, prestigioso anticuario de Nueva York, pagó 150.000 dólares por el falso libro de Galileo
En mayo de 2005, De Caro viajó a Nueva York con su insólito Mensajero de las estrellas. Convenció al prestigioso anticuario Richard Lan, que se lo compró –según De Caro– por 150.000 dólares. Otro experto, el alemán Horst Bredekamp, puso todo su entusiasmo en confirmar la autenticidad de ese ejemplar.
Además, un grupo de prestigiosos colegas publicaron un voluminoso estudio en 2011 en el que sostenían, todos a una, que aquella era una obra –genial y única– de Galileo Galilei. El libro se valoró entonces en diez millones de dólares.
Las lunas de Galileo no son llanas. En 1610, Galileo Galilei comprobó –utilizando un telescopio de su invención– que la superficie de la Luna no era llana, sino rugosa. Lo explicó en su tratado Sidereus nuncius. De Caro dijo haber encontrado en los fondos de una extraña organización masónica un ejemplar desconocido ilustrado por el propio Galileo.
Desenmascarado
Fue el británico Nick Wilding, historiador de la Universidad de Georgia (Estados Unidos) especializado en el Renacimiento, el que ha sacado los colores a todos esos expertos. En 2012, Wilding averiguó que ese libro era una falsificación y desenmascaró a De Caro, de quien afirma que es la cabeza de una banda de timadores a nivel mundial.
Cuando saltó el escándalo de la falsificación, De Caro ya estaba detenido por el saqueo de la Biblioteca dei Girolamini. Con él, cayeron otras trece personas. Y se descubrieron decenas de cajas almacenadas en varios escondites.
De Caro también había robado un ejemplar de 'La Divina Comedia' que vendió por 80.000 euros
Un argentino había sido el autor de las falsas acuarelas, siguiendo los bocetos del propio De Caro, que es un loco de Galileo y lleva años estudiando su obra. Por eso, su falsificación era casi perfecta. De Caro ha confesado que la fabricación de su Mensajero de las estrellas le costó 150.000 dólares. También ha reconocido otros 'trabajos': varias falsificaciones de Le operazioni del compasso geometrico e militare, un tratado de Galileo sobre geometría del que solo se imprimieron 60 copias, de las que sobreviven apenas 25; otros cinco ejemplares del Mensajero de las estrellas, pero sin ilustraciones... Y ha confesado otros importantes delitos: de la abadía de Montecassino, por ejemplo, se llevó un original de La Divina Comedia, de Dante Alighieri, que luego vendió por 80.000 euros.
Pero de todos sus delitos lo que más dejó boquiabiertos a los bibliófilos es la magnitud del saqueo de la biblioteca de Nápoles. Hubo dos factores que ayudaron: la falta de inventario y el nombramiento arbitrario del director, que logró el puesto gracias a sus contactos con políticos. El pillaje lo descubrió un profesor universitario que acudió a consultar fondos de la biblioteca y lo denunció en la prensa.
Bill Gates compró en 1994 este documento de 72 páginas en el que Leonardo da Vinci habla de astronomía, meteorología, cosmología, geología y paleontología. Antes perteneció al empresario Armand Hammer y al conde de Leicester.
Copia de 1297 de este importantísimo texto histórico escrito a mano y firmado por el rey Eduardo I de Inglaterra. Lo compró el empresario estadounidense David Rubinstein en 2007.
Maravilla ilustrada en cuatro volúmenes. Se publicó entre 1827 y 1838 y costaba la friolera de mil dólares.
Los autores de robos de libros antiguos suelen ser «archiveros, estudiosos o investigadores y las sustracciones se suelen detectar cuando las obras robadas salen al mercado», explican desde el Grupo Primero de la Brigada de Patrimonio Histórico de la Policía Nacional, responsables de la restitución, por ejemplo, del Códice Calixtino, sustraído en 2011 de la catedral de Santiago de Compostela.
Libro de la Policía
«En España no hay un mercado negro de contrabando de libros antiguos», explicó en su día Alicia Bardón. Subrayó, además, que hay controles: cada librero anticuario tiene un 'libro de la Policía' donde debe anotar sus compras, y la Interpol y la Liga Internacional de Libreros Anticuarios les facilitan listas de libros robados. En España ha habido algunos casos importantes. Un sacerdote y un bibliógrafo fueron condenados en 2001 por llevarse de la biblioteca diocesana del Obispado de Zamora 466 libros antiguos, valorados en más de 300.000 euros. También desaparecieron 735 libros –doce de ellos, incunables– de la biblioteca del seminario y la catedral de Cuenca. De la Biblioteca Nacional de España (BNE) sustrajeron, en 2007, ocho valiosos mapamundis de 1482 ya recuperados... y, antes, en 2004, según reveló un informe de la propia BNE, un Sidereus Nuncius, de Galileo, sustituido, para ocultar su desaparición, por una copia falsa creada, se cree, por el propio De Caro, cuyo ejemplar fake logró mantenerse indetectable durante una década, desde 2004, cuando fue robado y sustituido, hasta 2014, cuando la Biblioteca Nacional lo advirtió sin hacerlo público. Sólo se supo en 2018, tras ser denunciado por unos investigadores.
De Caro —que ha negado haber participado de la sustracción del ejemplar de la BNE y ser el autor de la copia falsa por la que se lo cambió— fue condenado en 2013 a ocho años de prisión (los cumplió en 2021) y le embargaron todos sus bienes, incluidos su villa de Verona —de más de un millón de euros— y todos los libros que atesoraba. A la salida de la pandemia, se encontraba trabajando para una fábrica de mascarillas, en la que no cobraba más de 1500 euros mensuales. Se cree que está retirado del ámbito cultural, pese a que hace unos años había dicho estar preparando una bibliografía de las representaciones de la Luna. Y había empezado por Galileo...