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Juan Carlos Domíngez con los chavales de la Escuela Ciclista de Arroyo.
«El objetivo de la escuela es que se enganchen a la bicicleta»

«El objetivo de la escuela es que se enganchen a la bicicleta»

Juan Carlos Domínguez es director del Club Ciclista Arroyo, donde 30 niños de entre los 7 y los 14 años aprenden a disfrutar y a amar el ciclismo

PPLL

Viernes, 31 de marzo 2017, 16:08

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No es extraño que, al retirarse, un deportista de élite se mantenga en contacto con la que ha sido su disciplina a través de los más pequeños. Juan Carlos Domínguez sí es rara avis, porque no imaginaba acabar tan volcado con una escuela como hoy lo está en el Club Ciclista Arroyo. Quien fuera ganador de una etapa del Giro de Italia, entre otras muchas pruebas, terminó cansado de la bicicleta y, después de colgarla, estuvo algún tiempo sin ni siquiera salir a rodar. Cuando le animaron a emprender una nueva aventura en calidad de formador, aquellos que lo hicieron debieron convencerle. Pero hoy no duda; más bien al contrario: disfruta nuevamente de la bici y del pedal con los 30 niños inscritos en su escuela.

¿Cómo empezó con la escuela?

Me bombardearon un poco, no fue solo cosa mía. Como yo comencé así y yo hablo mucho de lo que aprendí entonces, gente como Zorita o como López Cerrón me animaron. Además el Ayuntamiento de Arroyo también quería hacer algo, y al final acepté al ver el apoyo que tenía. Por entonces lo veía bonito y entré con la mejor intención, pero en ese momento yo estaba pensando en disfrutar más de cosas que hasta entonces no había podido disfrutar, pero luego, al ver que si no estaba encima no salían las cosas como me gustaría, me volqué mucho más.

¿Lo ve como una forma de seguir en el mundo de la bici?

Cuando lo dejé no pensaba en ello; terminé muy cansado y estuve casi un año sin volver a cogerla, pero con el tiempo me he arrepentido, ya que me gustaba más de lo que creía. Al dejarlo estaba un poco saturado, pero la escuela me ha servido para estar de nuevo próximo. Me ha vuelto a entusiasmar y es como mi juguete. Aunque yo ya no gane ganan ellos por mí [ríe].

¿Cuántos niños tiene inscritos?

30, entre ellos ocho niñas. Hemos llegado a tener 33, pero prefiero esa cifra de 30, e incluso a veces si me llaman les intento colocar en otros sitios, para que esté más dividido y no crear conflicto interno. Además, así puedo dar una atención un poco más personalizada. Todos tienen de siete a catorce años.

Sana competitividad

¿Cómo es esa labor formadora?

Cuando les enseñas cosas que no sabían y ves que luego las ponen en práctica, lo disfrutas. Es una labor enriquecedora estar en contacto con ellos; me da muchas satisfacciones. Lo peor de las escuelas es que hay veces que te encuentras con padres que son demasiado competitivos.

¿Cómo trata de contrarrestar ese carácter competitivo de los padres?

Yo siempre recalco que no es tan importante ser campeón ahora. No me gusta que lleguen saturados por un exceso de entrenamiento; yo no tengo la receta del éxito, pero a mí no me gusta que se puedan quemar. Es importante que el cuerpo de los niños se desarrolle, y sobre todo que aprendan y que disfruten. Si ganan, que sea porque son buenos, y si no, espero que amen la bicicleta. En eso es en lo que incido a los padres. Pero a veces no es fácil que lo entiendan y no piensen tanto en la victoria.

¿Y cómo se ve si son buenos?

El potencial no se ve hasta que se llega a categoría amateur. En otras categorías inferiores pueden dar la imagen de todoterreno, pero no es hasta ahí cuando se ve si existe una especialización en el ciclista o si de verdad tiene motor.

Y entonces, hasta esa categoría, ¿cuál es el objetivo o el plan?

Que se enganchen. Por ejemplo, yo he tenido en la escuela a un niño que empezó muy joven y que este año lo ha dejado cuando iba a ser el que más tiempo llevaba. Para mí el objetivo es que cuando terminan la etapa de escuelas hayan aprendido a manejar la bicicleta, táctica, bajar, subir, a desenvolverse en el pelotón, que les guste, les ilusione, quieran ir a correr...

¿Y a los chicos, en ese contexto, cómo se les entrena?

De lo que más se aprende es de las series, pero no hay cosa que más se deteste; yo lo hacía en mi etapa como profesional. No es bueno hacer algo solo por mejorar, hay que hacerlo también por diversión; jugar con el factor psicológico para que se lo pase bien y a la vez aprenda. Si a mi hija Estela yo la hago entrenar mucho, ganaría, y ya gana, pero si lo único que hago es que entrene, y entrene y entrene, ganará tanto o más, pero quizá no disfrute de la bici.

Pero, como a todos, le gustará que sus niños ganen, ¿no?

Sí, claro, pero soy un director que no da mucha caña. Soy un director competitivo, pero lo soy en el buen sentido y con sentido común. Es más importante que el ciclista aprenda a desenvolverse sobre la bicicleta y en la carrera.

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